La implementación de la ley de desarrollo minero en Ecuador es base de este estudio que cuestiona la actividad como motor de desarrollo económico de los países, por la degradación ambiental que generan y por la baja sostenibilidad en el largo plazo.
Publicado por Revista Gestión, septiembre 2010. Ver artículo.
marzo 2012. Ver artículo.
Cuando conocí la noticia del enfrentamiento de la fuerzas del orden contra con los mineros informales, con saldos de muertes, heridos y una orden de prisión contra un prefecto de la zona en conflicto, no hice menos que preguntarme ¿por qué la fuerza pública, sostenida por los impuestos de los ciudadanos, que es un ejecutor de las políticas de orden y respeto a los derechos generalmente aceptados, arremete contra ciudadanos que defienden la única actividad productiva que conocen de manera ancestral?. Pensaba ¿Cómo reaccionaríamos si se tratara de la actividad que desarrollamos por mucho tiempo y es nuestra principal fuente de ingresos?. ¿Es realmente una disputa por hacer de la minería una actividad de desarrollo sustentable?. ¿Se agotaron todas las instancias de negociación previas que pudieran evitar este enfrentamiento?.
Por ello, antes de comentar sobre el conflicto de intereses internos sobre ¿Quién explota? Creo que vale la pena reflexionar si es la actividad minera una necesidad real pensada desde una planeación coherente con los nuevos paradigmas de conciencia social y ecológica o es una idea impuesta y oportunista de intereses externos que requieren los minerales para satisfacer sus demandas internas y de una escasa consideración de formas alternativas de financiamiento por parte de nuestros gobiernos.
Lo que puedo resumir sobre la minería es que es una de las muchas de las actividades económicas que se desarrollan en donde la explotación minera, independiente del mineral que se trate, se ha mantenido a lo largo del tiempo por considerarse una fuente importante de obtención de ingresos para sus beneficiarios y para el Estado cuando éste a su vez tributa a través de los diferentes mecanismos que se puedan implementar.
Pese a ello, el desarrollo de la minería causa una profunda e inevitable secuela, destructiva sobre los recursos no renovables directos y también sobre los indirectos, asociados a las zonas donde se ubican los complejos mineros. Esto es fácil de comprender ya que una vez instaurado el sistema de explotación, independiente del nivel de tecnología que utilicen, interfieren en las demás posibilidades de aprovechamiento del espacio: un cultivo alternativo, una zona de recreación, un campo abierto, en especial cuando se ubican en centros urbanos. Piense usted cerca de un río o al pie del mar, la afectación a la riqueza ictiológica entre otros. Así, la explotación minera per se, rememora un planteamiento mínimo de un ordenamiento territorial para contener parte de la problemática citada.
En las citas sobre experiencia internacionales de explotación minera se exige que las empresas responsables de la explotación dejen un porcentaje de las ganancias para la rehabilitación de las zonas afectadas con las cuales los gobiernos desempeñan un papel importante en la administración de programas durante y después de haber finalizado el proceso de explotación.
Respecto a la problemática planteada en Ecuador en que una explotación tecnificada supera con creces a los informales, lo investigado refiere que independiente de que tecnología se aplique podrían plantearse los siguientes escenarios (Mateo & Suárez, 2000:729):
1. Si la tecnología es ecológicamente ineficiente genera procesos degradantes ya sean energéticamente deficientes, generadores de residuos o destructores de los sistemas ambientales;
2. Si se instalan dispositivos técnicos que no corresponden a la estructura y funcionamiento de los sistemas ambientales; exceso de capacidad instalada o "gigantismo" no ajustados a las estructuras de los eco o geosistemas, también generan procesos de degradación ambiental y productiva;
3. Si el manejo de los sistemas técnicos es incorrecto o desarticulado, también genera procesos de degradación, como ejemplo alterar las normas de introducción de energía o de substancias que no pueden ser absorbidas por los sistemas naturales.
El desarrollo sustentable por otra parte, según Herman Daly, debe irrefutablemente cumplir que la tasa de recolección de recursos naturales debe ser menor a la tasa de regeneración y que la tasa de emisión de residuos sea menor a la capacidad de asimilación de ellos en los ecosistemas afectados. Sólo así se podría permitir un desarrollo minero sustentable en el que se respeta el principio de que la naturaleza es escasa.
Al respecto se disputa el hecho de que existen bienes que por su naturaleza no son escasos y no compiten como lo es el conocimiento que una vez compartido se multiplica, pero es evidente que las reservas naturalezas no están sujetas a ese principio.
La actividad minera en Ecuador se viene desarrollando por comunidades enteras, donde sus prácticas han sido transmitidas de generación en generación, existiendo una “comunidad moral” la importancia de su formación y capacitación es imperativa a fin de condensar la formación de valores ambientales con sus prácticas comunes.
Hay que recordar que desde la etapa de la colonia, Sudamérica fue considerada un proveedor de materias primas y de minerales hacia Europa y hoy cuando se han agotado gran parte de las reservas europeas, nuestra región vuelve a ser un foco de atención para inducir a la explotación con el agravante de las constantes necesidades de financiamiento y rápidas soluciones para encontrarlo por parte de nuestros gobiernos.
La pregunta es: ¿por qué repensar a Ecuador como un país minero? cuando se ha probado que otras sociedades han logrado su desarrollo a través de la generación de servicios informáticos y tecnológicos intensivo en recurso humano y de bajos requerimientos de inversión como lo hace India, Israel, etc.
Además del importante problema planteado para análisis veo con pesar que la administración estatal desconoce su razón de ser, prevista en la constitución, que obliga a garantizar derechos mínimos para sus ciudadanos por lo que un enfrentamiento de un grupo de ciudadanos y la fuerza de control hace evidente un desconocimiento del derecho a su trabajo y de un fracaso en la planeación de actividades de integración entre comuneros y las empresas que fueron autorizadas para la explotación.
Conocedores del tema, afirman con preocupación que la minería es una actividad depredadora independiente de quien la realiza y que lejos de ser una discusión de si es mejor una mayor tecnología la reflexión debe encaminarse a si queremos fortalecer la actividad minera con las consecuencias brevemente reseñadas. Y es precisamente cuando mayor tecnología se aplica donde menos se puede garantizar al respeto de las tasas propuestas por Daly que apunten a un desarrollo sustentable, por lo que en minería este término es una utopía.
Si pese a ello se decide hacerlo, los pueblos enteros que por tradición se han dedicado a ello no pueden ser desmembrados de manera radical de una actividad que mantienen por tradición y con la cual subsisten, la reacción de ellos es más que natural, lo que demanda es un mayor esfuerzo por parte de los planificadores estatales, para generar una solución socialmente responsable, porque finalmente deben a su grupo su razón de ser.
Como una medida alternativa de solución se puede plantear la creación de incentivos positivos naturales que son efectivos para que las personas decidan por sí mismo un cambio de actividad, como en el Ecuador se han generado transiciones de camaroneros a bananeros, o a floricultores porque la rentabilidad que cada uno de ellos lo hacía atractivo sin que existiera una imposición para ello o como en la crisis alimentaria mundial se generó entre otras cuando muchas granjas cambiaron sus cultivos tradicionales para la producción de materia prima para biocombustibles por considerarlos más rentables.
Aunque a mi pesar sean ejemplos de transiciones de producción entre materias primas, el ejemplo muestra cómo evitar la imposición de dejar a la minería su modo de vida, por la persuasión con el planteamiento de otras actividades productivas interesantes, inclusive mediante la propuesta de una reubicación geográfica que en conjunto sea atractiva y que garantice el bienestar de este grupo al que se deben respetar también sus derechos de empleo y trabajo digno.
Mas allá de un titular de la prensa, de suma importancia, lo que se está poniendo en discusión son los recursos naturales aún sin explotar y que comprometen un futuro sustentable, el cambio traumático de un quehacer y modo de vida de una comunidad por el reemplazo a un competidor extranjero que merma sus posibilidades de empleo, con poder económico y con mayor tecnología al que el Estado apoya.
Vale la pena recordar a Lewis Carroll en “Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas”: “- ¿Dónde ir? — preguntó Alicia. - Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar — dijo el Gato de Cheshire.- No me importa mucho el sitio… — dijo Alicia.- Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes — dijo el Gato. …”
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