Please feel free to read and cite any published document: Silvia Mariela Méndez Prado, smendez@espol.edu.ec ESPOL Polytechnic University, Escuela Superior Politécnica del Litoral, ESPOL, Faculty of Social Sciences and Humanities, Campus Gustavo Galindo Km 30.5 Vía Perimetral, P.O. Box 09-01-5863, Guayaquil, Ecuador.

sábado, 15 de septiembre de 2007

UN PROBLEMA DE VISIÓN

Se realiza un análisis del mercado de capitales local y las limitantes para su desarrollo. Cómo el enfoque se da naturalmente hacia inversionistas institucionales y se desestiman las posibilidades de ahorro e inversión de los pequeños y medianos inversionistas. Se comparten experiencias en investigaciones de campo con estudiantes de la materia de mercado de valores en la FEN-ESPOL. Este artículo sirvió de referencia para ser invitada por el MCPE para integrar los equipos interdisciplinarios en la propuesta de una nueva ley para el Mercado de Valores en Ecuador.
Publicado por Revista GESTIÓN, Septiembre del 2007: Ver artículo

 En estos días es fácil encontrar personas que sienten algún interés en conocer más sobre la bolsa de valores. Y no es para menos: alumnos en clase y otros conocidos han escuchado hablar sobre el movimiento de las acciones en los medios y han visto más de una película hollywoodense en la cual se trata este tema (incluido el “glamour” de los corredores financieros). De ahí que no sea extraño que muchos se pregunten cada vez con más frecuencia: ¿Cómo funciona la bolsa?, ¿Cuánto se necesita para invertir en ella? ¿Cuáles son las empresas con mejor desempeño? ¿Cuáles son los costos, comisiones?


Con el fin de que los alumnos cubran sus inquietudes en los cursos de finanzas avanzados, de manera recurrente desde hace 3 años he planteado que cada uno asuma la posición de inversionista y pidan información básica sobre el costo de una inversión mínima en la casa de valores que se les asigna.

Con una sonrisa también recurrente me han informado que no se les dio la información solicitada porque “no se atiende por teléfono”, porque el monto ficticio de $5,000 que “pretenden invertir” es muy pequeño e, inclusive, porque algunos descubiertos como estudiantes fueron descalificados para otorgarles información, lo que constituye “una perdida de tiempo” a juicio de estos profesionales.

En lo personal, dentro de un proyecto de difusión de inversiones que se lleva en la universidad, recibí en algunas ocasiones correos electrónicos de personas pidiendo orientación sobre cómo y en qué invertir. Vale decir que estos mensajes los remití oportunamente a un par de casas de valores que me respondieron que sólo sería posible dar la información si los interesados asistían personalmente a sus oficinas. ¿Será que están interesados en emplear su tiempo en las ventas ciertas?

Inclusive alguna vez hablé con un directivo de una prestigiosa casa de valores de la ciudad para solicitarle la apertura de dicha intermediaria en un proyecto académico. La cooperación consistiría en brindar información a los alumnos y creí entusiasmarlo mencionándole que existía la posibilidad de concretar alguna operación por el efecto multiplicador que el conocimiento genera y la posibilidad de que los estudiantes puedan informar a otros sobre las oportunidades de inversión, me respondió que no era su interés pequeños inversionistas (hablando de montos inferiores a $10.000).

Eso me hizo recordar al Dr. Nicolas Parducci, editorialista del Diario El Universo quien en un reciente artículo mencionaba la problemática de la entrega de información y las limitaciones en el desarrollo del conocimiento que ésta genera.

Recordaba además como desistí hace más de 1 año en mi intento por obtener la base de los precios históricos de las acciones en la Bolsa local, para el desarrollo de una herramienta educativa sin fines de lucro, ya que se me indicó que la base tenía un precio y que un reconocido analista de la ciudad pagaba por ello, cuando en el artículo 28 de la ley de mercado de valores claramente menciona la apertura en la información. Entre vaivenes la entrega fue parcial.

Y todos esos hechos sobre preguntas formuladas y no respondidas o reticencia en la entrega de información me obligan a concluir: “por eso estamos como estamos”.

Tuve la oportunidad de realizar mis estudios de postgrado fuera del país y ser testigo de un crecimiento significativo del mercado de valores en España, en donde la persona que hacía la limpieza en mi habitación me comentaba como iba su inversión que controlaba a diario por portales financieros en internet: no tomaba cursos de especialización como yo, para ella era una práctica común fácil de conocer y de acceder.

En nuestro país, el problema de la falta de información y difusión para que llegue a la mayor cantidad de personas, es una limitante en el desarrollo del mercado de valores, aunque quienes la manejan sabrán justificarse oportunamente: el pensar que las pequeñas escalas no son significativas es parte de los paradigmas superados gracias al desarrollo experimentado en el mercado del micro crédito en Ecuador.

Aquí, Bancos extranjeros han desarrollado con éxito el mercado del micro crédito y han visto en él los mejores desempeños de pago y atractivos márgenes de ganancia.

Lo que pasó en Bangladesh, donde Muhammad Yunus, premio Nóbel de la paz 2006, desarrolló la metodología grameen que reconoce la capacidad de crear fuentes alternativas de crédito cooperativo, solidario y con enfoque de género, con pequeñas aportaciones, denominado grameen bank, cuyas réplicas ya se están desarrollando en Ecuador.

Otro ejemplo interesante ocurre actualmente en México, donde recientemente se desarrolla un boom en las negociaciones de bolsa, producto de la titularización de proyectos inmobiliarios donde los pequeños inversionistas financian a los demandantes de crédito para vivienda a tasas razonables respecto a las propuestas por el sector bancario.

Y sigo con las inquietudes: ¿Padecemos del síndrome a corto plazo? ¿Tenemos un problema de visión que nos impide reconocer la necesidad de invertir tiempo, esfuerzo y recursos en educar, en divulgar la información sobre movimientos efectuados y en crear estrategias para que pequeños inversionistas puedan participar? Sé que muchos inclusive por curiosidad estarían interesados en iniciarse y, aunque este último no es el factor más recomendable de desarrollo, debería de aprovecharse el impulso que subyace en esta fuerza potencial de inversionistas.

Recurramos a la creatividad si es posible, o inclusive a modelos aplicados con éxito en otros lugares, tomemos ventaja en la curva de aprendizaje, en resumidas cuentas, pero apostemos por ideas que permitan sumar aunque en pequeñas escalas a nuevos inversionistas.

Al existir un mayor volumen de pequeños inversionistas se los podría agrupar por ejemplo para ayudarlos a disminuir sus costos fijos y eso permitiría la reducción de las comisiones que son en promedio del 1.09% (1% casa + 0.09% Bolsa) sobre la compra de acciones que se realiza (no me refiero al modelo que utilizan los fondos de inversión porque es clara la idea de promover la toma de decisiones de manera individual).

Creo firmemente que la educación es clave en el desarrollo, para crear demandantes de productos bursátiles (inversionistas comunes como usted o como yo) y crear una mayor cantidad de oferentes (administradores de empresas que reconozcan las ventajas de usar este mercado).

En esa línea con beneplácito he podido observar como el Grupo Nobis y empresas del sector agroindustrial están permanentemente titularizando proyectos de inversión para que el público apueste por ellos, son iniciativas individuales pero hace falta el trabajo cooperativo en la difusión y educación de los potenciales inversionistas.

El éxito de uno crea precedentes y abre camino a la oferta de nuevos productos, a un lento pero constante desarrollo.

Una vez más aplica: que en un plazo razonable y con voluntad, el cambio es posible.

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